Estos días han sido las fiestas de mi ciudad. Ambiente animado, etílico diría yo. Peñas, amigos, colegas, música, alcohol. Este es el ambiente que se respira por la calle. Yo mientras andaba por la ciudad veía cosas "típicas" de las ferias. Encontraba parejitas besándose, unos porque son novios y otros porque se dejan llevar por los efectos del alcohol. Esa sensación de ser extrovertido por unos días, de soltar tu cuerpo bailando en las verbenas, de hablar con gente que no conoces pero que piensas que tienes mucho en común con él. Pues así es, el alcohol que recorre las venas de ambos.
Y entonces, entre semejante ambiente, me puse a pensar. Me pregunto si la persona con la que compartes una botella de vozka una noche, o dos quizás, es verdaderamente tu amigo. Me saltó a la mente el topicazo de "los amigos se cuentan con los dedos de una mano". Y entre litronas, drogas y basura por el suelo, a pesar de estar rodeada de gente por todos los lados, me sentí sola.
Gente, grupos, más gente, porque en fiestas ves a todo el mundo, está claro. Pero yo cogía el móvil y no sabía a quien llamar. Una lista entera de contactos. Amigos de otros amigos. Pero qué indecisión. Entonces la llamé a ella. La mejor amiga del mundo. Fue sólo un rato, unos bailes de charanga, unas copas, pero suficiente como para decirme a mí misma: "no estás sola". La tengo a ella, lo tengo a él. No puedo pedir más.
Día a día muchas veces se hace muy duro no sentirte miembro de un grupo. Esos grupos que se conocen de toda la vida, que quedan todos los fines de semana, que se llaman amigos. Yo sé muy bien lo que tengo y por eso ahora pienso con una sonrisa en la cara: "Ya entiendo por qué los tópicos son tópicos". Más vale poco y bueno que mucho y malo.
Olga San Andrés.
Olga San Andrés.