Hoy no paro de pensar en las pequeñas tradiciones que cada familia, cada grupo de amigos, cada pueblo, o cada vecindario tiene. Hay ciertos días al año en los que siempre haces lo mismo. Y puede que incluso no le des importancia a ese día en el que, por ejemplo, se hace una comida familiar, una merienda o una entrañable quedada. Pero de repente, por los motivos que sea, esa tradición se rompe.

Todos crecemos, todos queremos hacer planes, a todos nos ha pasado alguna vez que queramos dejar un poco de lado a la familia porque nuestros amigos tienen un plan mejor ese día. Pero ayer, mientras la tradición de merendar con mi familia en mi pueblo se rompía, sentí lástima.
Creo que en ocasiones podemos ser moldeados por mucha gente, aunque por supuesto a nadie le gusta que le manipulen. Pero creo que hay que saber marcar muy bien el límite entre lo que te pueden mandar hacer y tú lo aceptas, y entre lo que te dicen que tienes que hacer y tú te plantas y dices: No, primero mi familia.
Yo lo tengo claro, ayer tuve que callarme cuando nunca lo hago. Hoy lo escribo aquí. El año que viene me taparé los oídos y pondré mi silla junto a mi familia, eso seguro.
Olga San Andrés.
Olga San Andrés.
¡viva la madre que te pario!
ResponderEliminar