Bienvenidos a mi blog. Lo he creado para poder plasmar por escrito todo lo que me ronda por la cabeza cada noche antes de irme a dormir. Aquí no hay un tema claro, sólo aquello que se me va ocurriendo cada día. Espero que os guste, me encanta escribir.

viernes, 14 de junio de 2013

Mi Erasmus en Groningen

Abro los ojos. Estoy tumbada en la cama. Los cierro. Los abro otra vez. Me desperezo. La luz entra a través de la cortina amarilla de mi habitación. Es un cuarto pequeño, pero sin duda se ha convertido en mi nuevo hogar durante los últimos meses. Empiezo a observar, todavía con los ojos entreabiertos, a mi alrededor. Una cuerda colgada de lado a lado de la ventana con varias pinzas de tender. Dos de ellas sujetan esa nota. Un folio DIN A4 que en horizontal dice con una letra cálida y firme: ¡¡Eres la mejor!!TKM. Una letra que siempre me ha resultado familiar. Esas mayúsculas nunca acentuadas, con esas abreviaturas chic que intentan que el mensaje parezca más...¿moderno? Y es que mi madre siempre me ha dejado este tipo de notas. Estaban las de "Buena suerte en el examen", la de "Te he dejado el tuper preparado para que te lleves la comida a la universidad". Y sobre todo lo de "Campeona, que bien lo hacemos". Y sí, porque he estado lejos de casa pero siempre, de alguna manera, seguimos estando juntas. Lo seguimos haciendo bien. Juntas.

Sigo mirando. Un mapa colgado en la pared a modo de póster. Ya estaba allí cuando llegué. Y me conozco la ciudad de memoria, pero creo que una se siente más segura cuando sabe dónde está. por eso yo lo he mantenido, para que cada vez que abriese los ojos cada mañana recordase que no estaba en mi cama de Guadalajara, sino que Groningen era mi nuevo hogar. Esta ciudad loca por naturaleza. Su clima: loco. Su idioma: imposible. Los holandeses: muy holandeses. La vida aquí: inmejorable.

Cierro los ojos. Cuento tres. Los vuelvo a abrir. Un armario de madera oscura es lo que me encuentro justo frente a mí. Todavía no entiendo cómo he conseguido sobrevivir con una sexta parte de mi armario. O a lo mejor ya sí lo entiendo. Quizás no hacen falta tantas cosas para vivir como creemos.

Junto al armario, un estrecho y alargado espejo colgado en la pared. Sólo veo blanco porque solo veo el reflejo de la pared. Sigo cansada pero decido contar hasta tres e incorporarme. Uno...dos...¡tres! Y allí estoy. Cada pelo del flequillo apunta hacia un lado distinto. Todavía no tengo los ojos muy abiertos pero mi piel blanca es inconfundible desde kilómetros de distancia. Hace tiempo que no sé que es el sol y mi piel lo nota. Siempre he dicho que soy como una planta. Necesito sol para hacer la fotosíntesis y sobrevivir. Pero ahora más que nunca creo que necesito sol.

Parece que hoy es un nuevo día. Pero ya no será como el de ayer. Ni como el de antes de ayer. Ni como el de la semana pasada. Ni como los últimos cinco meses. Esta experiencia ya se ha terminado. Ahora estoy de vuelta en casa, pero nunca olvidaré lo vivido en aquella ciudad, en la Martini House, con una gente increíble y con miles historias que por más que escriba o cuente nunca será lo mismo como haberlo vivido en primera persona.

Hasta siempre Erasmus en Groningen.

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